BAJO EL GABÁN

Aquellos libros fueron robados del despacho donde su autor los depositó para corregirlos cuidadosamente esa misma noche. Con angustia y desenfreno él preferirió no comentar la desaparición inaudita e insólita que acababa de ocurrir; los dejó bajo su gabán con su característico bastón plateado en el que aparecía una cabeza de caballo en la empuñadura y, al volver al día siguiente, bien tempano después de haber desayunado un delicioso café con leche y tostadas con frutas del bosque, se encontró con la sorpresaa que ya no estaban. Ni rastro ni pesquisa alguna de quién se había apoderado de aquellos dos borradores que le aguardaban apilados para ser corregidos y enviados rápidamente a la editorial que, tal vez, los sacara a la luz en breve.

La zozobra le invadió todo su ser, dio un grito y miró al cielo desolado e intranquilo; pesaroso se dispuso a poner "patas arribas" el despacho al completo; después de rastrear cada palmo y levantar papeles, libros y todo el polvo enterrado debajo de ellos se llevó las manos a la cabeza desesperado por la pérdida o quizá, por el robo. Era su obra, en la que llevaba dos largos años trabajando arduamente y...eso le cambiaba sus esquemas mentales al pensar que, quizá o tal vez, algún mangante de guante blanco hubiese aprovechado la ocasión perfecta para eliminar de su camino semejantes joyas artísticas y literarias.

Subió por si acaso los hubiese dejado allí, al desván de su casa; entonces, con cuidado y meticulosamente sacó las antigüallas más escóndidas y olvidadas en varios baúles que fui abriendo, uno por uno y, al final, se percató que no estaban, sus mejores joyas las había perdido u olvidado en otro lugar, se las habían robado o ultrajado de su propia casa para hacer un verdadero plagio de su obra, cosa que no se perdonaría jamás.

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