ASÍ ERA ÉL

Su piel deliciosamente suave, sus caricias me enternecían y su cariño me adulaba, me hacía precipitarme hacia el vacío, mi mente quedaba anulada cuando él se acercaba a mí. Por el hueco de la escalera le veía subir, me miraba y siempre su figura exquisita y correcta su forma de vestir, me hacían verle más atractivo y elegante, era un verdadero caballero, de los que apenas existen.Entre los halagos y las carantoñas que demostraba, se le escapaba su delicioso acento francés. Exquisito también su don de gentes, su elegancia y ligera verborrea que empleaba casi siempre con las grandes damas. Su tono, su acento y estilo, su planta y porte, hacían de él un hombre deslumbrante, atractivo y puramente sensual. Le recuerdo todavía, después de tantos años y, es como si sucediera todo de nuevo, con los mismos momentos y de la misma forma. Han pasado muchas cosas, muchos y largos años de espera en los que, su huida repentina de aquella casa isleña, me han hecho sentir amargos sinsabores de la vida por un lado y, por otro, todo lo contrario, situaciones de delicia apasionada en un mundo lleno de esperanza y felicidad.

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