RELATOS CORTOS

LA HERENCIA DE MI ABUELA

En aquel baúl que dejó mi abuela como herencia para sus cuatro nietos encontré un sobre amarillento con mi nombre y letras mayúsculas, en color rojo vivo. Pude comprobar que en su interior guardaba el mejor legado que un antepasado te puede dejar: un diario. Lo cogí y me lo llevé a mi cuarto, me tumbé sobre la cama con los pies colgando y me pasé leyendo toda la tarde.  Descubrí los secretos y misterios que jamás contó a nadie, leí sus desvelos y angustias, sus amores olvidados y añorados. Guardado y sellado estará siempre.



CELDA 211


Olvidado y maniatado le tenían bajo las cadenas que presionaban sus venas y trataban de agriar su corazón. Pero, sin embargo, el preso de la CELDA 211 era un hombre libre de pensamiento, se sentía vivo en su interior y sus sentimientos eran como los de cualquier humano. Su sed únicamente la calmaba ese sentimiento de libertad personal que le hacía un ser positivo frente al mundo en aquel momento y durante muchos años más: una celda de barrotes de hierro, fríos y grises que, se abría únicamente cuando le tiraban  la comida en un plato.








                                             A TRAVÉS DEL CRISTAL



Atónito y ensimismado se convertía en un observador tremendamente curioso y atrevido; los movimientos de aquella mujer sensual y coqueta eran captados con todo detalle, los seguía con esmero a través de sus potentes prismáticos. Seguía su vida, se imaginaba sus pensamientos y creaba su propia historia día tras día a través de los ventanales de su habitación.  Era su única distracción, aquella extraña mujer que vivía enfrente, que salía y entraba diariamente como cualquier persona mientras él, la miraba con envidia y observaba minuciosamente cada movimiento desde su silla de ruedas.


Comentarios

Entradas populares