LAS CARTAS NUNCA LLEGABAN

En el campo verde claro, rodeado de margaritas y amapolas anunciando la primavera bajo melodías de jazz a lo lejos se oían risas de chiquillos, miradas tiernas de los enamorados y paseos a caballo por el horizonte.


Un baúl repleto de cartas, se abrió y empezaron a  volar por el aire; todas se abrieron de repente bajo el sol ardiente de aquella mañana de primavera; se elevaron, revolotearon como si fueran mariposas y se posaron en las flores que encontraban por el camino hacia el suelo. Por un momento me quedé perplejo al comprobar la inmensidad de cartas, folios o cuartillas escritas que existían y obviamente ninguna estaba enumerada; no podía permitir que se volaran y se perdieran, eran únicas y jamás se volverían a escribir, nadie o mejor dicho, nadie las volvería escribir ni a redactar de la misma forma. 

Miré al cielo y empecé a reírme al comprobar cómo se elevaban sin parar todas ellas, y realmente era imposible recogerlas, un auténtico revuelo de cartas.
Una de ellas la alcancé, la agarré y me senté a leerla en aquel campo soleado, recién estrenada la primavera. Una mariposa se posó sobre una de las cuartillas amarillentas, era de azul intenso intenso con puntitos negros. Aquella carta me recordó la sensibilidad y armonía de la vida, la sencillez de la naturaleza y me imaginé sin leerla, lo que diría la carta. La olí por si todavía desprendía perfume y rápidamente me recordó al pasado, olía a humedad y a descomposición, el papel apenas se abría de forma natural a no ser que se cuarteará. Me puse a leerla y a escenificarla en voz alta. Y...
La que cogí era una carta bellísima, llena de amor en cada palabra, de ternura y sensibilidad, de un hombre que escribía a través de su ceguera a su amada...escribía cómo recordaba que eran las letras y cómo las aprendió de pequeño, mucho antes de quedarse ciego. No estaba escrita en braille, no, no sino a pluma.

El amor y la dulzura por aquella dama era enviadiable, lleno de vida; La releí cien veces y mis ojos se llenaron de lágrimas...

¿De dónde habrían salido todas aquellas cartas? Tenían matasellos, con fechas desde 1940 pero sabiendo quién debió ser el cartero que las debía haber entregado según recordé una historia que dijeron en la tele hace muchos años, un viejo cartero a punto de jubilarse, un tanto chiflado, me imaginé que las debió guardar en aquel baúl en vez de entregarlas, y las debió releer en su interior una y otra vez; jamás llegaron a su destino. Por un momento, me quedé pensativo y...empecé a sacarlas todas y a ordenarlas por personas, lugares y fechas...Quizá, aunque un poco tarde, 72 años después las podía enviar a su destinario si aún tenía la suerte de seguir vivo.. ¡Quién sabe si todavía lograría hacer feliz y dichosa a alguna de esas personas con aquellas cartas olvidadas, y jamás entregadas....!




Comentarios

  1. Anónimo19:55

    ¿Quién sabe cómo podemos hacer felices a los demás? ¿Quién sabe si han de pasar 72 años....o toda una vida? Una carta, un café, la compañía de alguien por unas horas o saber que alguien piensa en ti puede ser más que suficiente.

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  2. Anónimo20:01

    Puede que la carta que hemos esperado toda nuestra vida no haya llegado todavía...lo que no significa que no la quisieran mandar. Si eso es así,!hemos estado equivocados todo este tiempo!

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  3. A veces es muy fácil hacer felices a los demás, calmar u sed y soledad o su tristeza tal vez con un mensaje o sms o una carta; un "Te quiero" al móvil es más que suficiente para recordar a alguien que es importante e imprescindible en nuestra vida, que le recordamos y le añoramos. La felicidad es el don más preciado junto con el de vivir y sentir...Gocemos al hacer felices a los demás, a cada uno será de forma diferente... La vida es hermosa y es muy bueno hacérselo ver a los demás para que eso ya sea el motivo más que suficiente para alcanzar la felicidad.

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