JAQUE AL REY


En aquel tablero de ajedrez se fraguó la batalla; por aquel entonces, un simple tablero de madera donde dos amigos de la infancia jugaban partida tras partida sin cesar. Era verano, pleno mes de julio y bajo los chopos frondosos del paseo central de aquel pueblecito de la sierra de Madrid pasaban largas horas frente al tablero cuadrado de nogal.

Aquella tarde fue especial, aquellos chiquillos se detuvieron atentamente y un tanto alarmados en una apertura sencilla de juego, donde las blancas hicieron: Peón cuatro dama...de repente, se miraron fijamente y vieron cómo se desarrollaba la partida de forma automática, las piezas se movían solas y no había ni un solo intermediario, nadie que moviese ninguna pieza...parecía que desde arriba, unos hilos invisibles que moviesen las fichas... El rey negro cayó al tablero y el triunfo del blanco junto con siete peones y dos alfiles en la diagonal principal supuso ganar la batalla, con tanta fuerza y poderío que el rey salió de su casilla y caminó solemnemente hacia el castillo azulado de la noche, hacia uno imaginario en las colinas de aquel paisaje solitario de la Edad Media. Las lanzas de los caballeros abrieron paso al rey blanco y su manto se cubrió de gloria....las damas de la corte encabezadas por la Dama del Ajedrez siguió al Rey en su caminar, tras una escolta de soldados montados en poderosos caballos.


En un abrir y cerrar de ojos, los niños volvieron a la realidad y de nuevo se situaron frente al tablero con las piezas bien colocadas, enfrentadas y en las posiciones correctas para empezar una nueva partida. Unos relojes marcaron el primer movimiento de las blancas con el inicio de la partida; los niños se miraron asombrados por el lapsus de tiempo perdido sin saber si realmente se habían imaginado ellos la misma historia y la misma batalla, la habían percibido y sentido de la misma forma o quizá no había ocurrido en la realidad y estaban en el punto inicial de las partidas de aquella calurosa tarde de verano donde lo más agradable era deleitarse bajo los árboles con unas limonadas, unas patatas fritas y un buen tablero de ajedrez donde pasar las largas horas pensando y moviendo piezas mediante tácticas bélicas a través de creatividad, imaginación y pensamiento. 

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