"UN DÍA CUALQUIERA EN LA GRAN CIUDAD DE MADRID" - ¿Quién continúa la historia inacabada?
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Eran las diez de la mañana de un soleado día en la gran ciudad, en plena capital de España. Me disponía a salir y saborear simplemente el día, lo que aconteciese y cómo lo hiciese. Tenía una gran oferta de actividades artísticas y culturales por delante que podía hacer, un sinfín de callejuelas y escondrijos del Viejo Madrid por patear y recorrer, un día completo sin citas pendientes.
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El bullicio no me gustaba, lo evité por cualquier parte, me evaporé de las calles transitadas y saboreé lo bello y genuino de las plazas interiores, solitarias y vacías; me empapé del olor de los huecos y escondrijos de la gran ciudad y me senté en un pequeño café. Allí me senté un buen rato y saqué mi cuaderno, escribí sin parar, olí el aroma de aquel lugar era mezcla de café, limpieza y casco antiguo...terminé mi café y me fui. Al salir de alli, me metí en un museo y en la iglesia, la del Niño del Remedio. Allí pasé un buen rato, especial y tranquilo, en donde pude comprobar el fervor de la gente.
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¿Alguien se anima a seguir el relato? ¿Quién empieza? Entre todos los que escriban la continuación de él, lo podremos terminar...y se reconstruirá. ¿Quién es el primero que escribe la primera frase de continuación?
Alber continuó:
Su prolijo relato no pudo evitar que, rápidamente decayera mi interés en sus palabras y contra toda mi buena disposición me vi soltando unos espectaculares bostezos que, a parte de estar apunto de desencajarme la mandíbula, me llevaron a un estado de incontrolable vergüenza.¡Qué situación tan desagradable, todo el mundo educadamente pendiente del pulcro guía y yo rompiendo sin más, el buen orden de la cultural visita! Todavía alterado por mi reacción, di un paso atrás para perder protagonismo y noté como mi espalda chocaba contra la pared, inopinadamente al apoyarme una falsa puerta se abrió tragándome, al levantarme tras la caída, no pude reprimir un grito de asombro, me encontraba en una sala llena de objetos de tortura. ¿Qué había pasado?¿Dónde estaba? Aquí empezaba una nueva historia que había que desvelar.
Su prolijo relato no pudo evitar que, rápidamente decayera mi interés en sus palabras y contra toda mi buena disposición me vi soltando unos espectaculares bostezos que, a parte de estar apunto de desencajarme la mandíbula, me llevaron a un estado de incontrolable vergüenza.¡Qué situación tan desagradable, todo el mundo educadamente pendiente del pulcro guía y yo rompiendo sin más, el buen orden de la cultural visita! Todavía alterado por mi reacción, di un paso atrás para perder protagonismo y noté como mi espalda chocaba contra la pared, inopinadamente al apoyarme una falsa puerta se abrió tragándome, al levantarme tras la caída, no pude reprimir un grito de asombro, me encontraba en una sala llena de objetos de tortura. ¿Qué había pasado?¿Dónde estaba? Aquí empezaba una nueva historia que había que desvelar.
ResponderEliminarFantástico Alber; ¿Quién sigue el relato, quién lo continúa?
ResponderEliminarEntonces me vino a la memoria la parte oscura de esta gran ciudad. Recorde mi adolescencia cuando me quedaba medio adormilado en las clases de historia y empece a recordar todo el sufrimiento por el que tuvo que pasar esta maravillosa ciudad.
ResponderEliminarMi imaginación empezó a volar e intente imaginar todo el sufrimiento de quienes que habían pasado por aquellos objetos de tortura.
Se me estaba empezando a helar el cuerpo y el alma cuando el guía vino a socorrerme.
Estaba molesto, era la primera vez que le ocurría algo así, pero al ver los objetos que se encontraban en la sala, la expresión de su cara cambio del enfado al asombro