SELECCIÓN DE CARTAS


« CARTA DE UN ENCARCELADO A SU MUJER »



 Solitario en aquel rincón oscuro de mi celda, entre lloros y desconsuelos que la noche me incitaba, refugiado y arropado únicamente por aquellas paredes  malolientes, me entregaba de nuevo a mis papeles. La tinta negra se diluía entre las líneas de las cuartillas que mis compañeros me iban dejando durante el día. Mis manos negruzcas y mi tez curtida por el sol del patio, mis robustos brazos y potentes músculos de todas las partes de mi cuerpo, mis pensamientos de tristeza que me invadían de cuando en cuando y en un giro repentino de aire volvían de nuevo a darme bienestar, mis compañeros de pasillo que martilleaban sin cesar gritos de libertad y de desesperación todo el santo día, …en fin, todo eso y mucho más, formaba parte de mi ser, de mi vida, encerrado entre cuatro paredes y sin saber la fecha de salida.

De mi boca a veces salen palabras de ánimo, de ilusión, pero cuando después de mi trabajo en la lavandería de la cárcel y la consiguiente cena aguada y sin sustancia alguna vuelvo a enfrentarme con mis tres metros cuadrados de espacio, mi sentimiento de miseria y angustia se reanuda de nuevo.

Sin embargo, todo estos sentimientos se me olvidan cuando pienso en ti, en tu piel suave y delicada, en tu cuerpo, en tu sonrisa, en nuestro precioso y delicioso hijo. Tú eres el rayo que ilumina mi vida, el verte los días de visita me da valor y coraje para seguir, tu sonrisa me da fortaleza para aguantar el mal trago que paso casi todos los días.  Pero, únicamente me consuela el amor que me tenéis y el amor que os tengo yo, la vida es un reto y sin vosotros, mis lágrimas caerían desconsoladamente hasta morir.

No me dejes, no me olvides, aunque pasen los años, vuelve todos los sábados a contarme historias y pasar el rato conmigo, a deleitarme con las trastadas que hace nuestro niño todos los días, a traerme dibujos que él pinta para mí.

Mi amor es sincero, no pasara, aunque muera, os seguiré queriendo y aunque me pudra en este horrible agujero o desaparezca de esta vida, os seguiré teniendo en mi memoria para siempre.



« CARTA DE AMOR DE UN EXTRAÑO »

No sé si desde el suelo, cuando tú pasas todos los días por la mañana delante de mí, te fijas en mis ojos. No lo creo ni lo pienso pero, he de decir que me llenaría de ilusión que algún día pasara, tu mirada se quedase, por un sólo segundo, clavada en la mía. Llevo casi un mes pidiendo limosna o algún dinerillo para seguir malviviendo en la más absoluta miseria pero, al menos, con el estómago lleno. Tú pasas delante mío, arreglada y engalanada, perfectamente vestida y peinada, oliendo a perfume y con un bolso distinto cada día, haciendo juego con el traje de chaqueta que llevas, elegante y atractivo. Desde abajo, sentado en el poyete de la puerta, te miro descaradamente y me pareces cada día más bella y hermosa.

Entiendo y comprendo que tu persona no me haga caso; sucio y con harapos, pelo largo y con ropas rotas no incitan lo más mínimo a cautivar tu atención pero, sin embargo, mi corazón me dice que algún día cambiaré y tú posiblemente te enamores de mí sin saber que soy el pobre que pide todos los días a la puerta de tu trabajo. Quizás ese día sea tarde y no me mires, aunque nunca lo has hecho; quizás, cuando ese momento tan soñado por mí, no seas el amor de mi vida ni la persona que imagino e idealizo casi sin conocerte, pero aún así, espero que esa magia imposible por ahora, sea real en un algún momento dado de nuestras vidas.

¿Se cruzaran nuestros caminos si yo cambio en alguna fecha concreta de esta eterna y maravillosa, aunque pobre y aburrida, vida o, simplemente, tú seguirás pasando a mi lado y jamás expresaré mi amor hacia una mujer que yo para ella, siempre he sido y seré un extraño?  No obstante, si es así, ruego guardes esta carta y no la tires, aunque quede siempre en el olvido y nunca muestres interés por un pobre extraño.


« CARTA A LA ÚNICA MUJER EN MI VIDA"





Quisiera decirte cuánto te quise y cuánto te quiero pero, aunque te lo diga, no serviría para nada, ya que no recuerdas ni conoces ni hablas. Quisiera desearte y amarte toda la vida igual que cuando te conocí con veinte años. Han pasado sesenta más y te sigo deseando, te sigo sintiendo. Secaría tus lágrimas otra vez más, tus lloros desconsolados que de repente surgen en la noche; rompería a llorar contigo en el silencio mientras tú me miras triste, como si estuvieras ausente y fuera del mundo, solitaria en el vacío misterioso y profundo. Tu piel sigue oliendo a perfume, arrugada y agrietada, pero exactamente igual que en el día que nos conocimos. Sensible y sensual, tus labios siempre me sonreían mientras te miraba; ahora, tus líneas difuminadas me acechan y me persiguen. Enfurecida y extraña te sientes y no sabes a dónde ir ni en dónde refugiarte pero, siempre acabas corriendo desaforadamente hacia la playa. Te sientas en la arena mojada, haces círculos con tu dedo en el aire y al final, lo clavas de forma inusitada en ella. Cuando sientes miedo y pánico vuelves la cabeza hacia mí y en un ataque de desesperación, te levantas y me aferras contra tu pecho húmedo y frío. No sabes por qué pero te sientes protegida, ni tan siquiera creo que tu pensamiento sepa quién soy, un extraño tal vez, alguien que has visto alguna vez y queda un resquicio imperceptible en tu escasa memoria, si es que se puede llamar memoria.
Atolondrada y desaforada, dibujas pájaros en el suelo con tizas encontradas y manoseadas por los niños. Haces círculos y garabatos, las rompes y las destrozas después para convertir el polvo en una acción heroica. En tu interior, no se sabe si existe vida o destrucción, desafías al más querido y al más enemigo. ¿Conoces a alguien o permaneces en el olvido continuo?  Mi angustia es real, la tuya es fantaseada y bipolar. Lloras, ríes y vuelves a llorar. Te agarro, te cojo y te miro. Eres mi vida aunque no me conozcas, eres mi único y verdadero amor aunque no lo notes, eres un pedazo de soledad en medio del mar, aislado y oculto, eres un ser que fuiste un día y serás siempre, mi auténtica idealidad.




« LA ESPERA»




Esperé, esperé tanto en el anden del tren que mis fuerzas se desvanecieron cuando vi que nos llegabas. Permanecí sentada en un banco, mirando a todo el mundo que llegaba, a todos los trenes se paraban en ambas vías y, ...todo fue en vano. No llegaste. Pasaron las horas y la estación quedó vacía y las luces en penumbra, los andes sucios y llenos de pisadas, las papeleras repletas de papeles. A media noche, empezaron a limpiar y a componer de nuevo la estación para el día siguiente. Alguien se acercó a mí y se me quedó mirando fijamente. Era un señor mayor, que me resultaba familiar y cercano. Me miró y me besó. Yo no sabía quién era pero descubrí que le quería sin saber por qué. Llevaba el mismo reloj que llevabas siempre tú, la misma camisa y la misma chaqueta de cuadros; desprendía un olor suave y dulce, fresco tal vez, el mismo que el tuyo. Entonces me pregunté: ¿quién es este hombre? .

Miré los carteles de la estación y todos eran del 2005, me acerqué al quisco de periódicos y revistas y todas eran de abril del 2005. Miré mi reloj, me asusté y me horroricé pensando qué me había pasado. El reloj tenía las agujas en el mismo lugar que el de la estación pero, el año no era coincidía con el de mi reloj. Habían pasado cuarenta años más y, sin embargo, yo seguía esperando al hombre que tanto amaba. ¿Llegó bastantes años más tarde o, simplemente yo había permanecido cuarenta años esperando lenta y pausadamente sin saberlo? ¿Qué me había ocurrido?

Pero a pesar de su vejez, yo le seguía amando y le seguía queriendo, le seguía recordando como le había conocido y realmente, como fue siempre. Le cogí de la mano, le abracé y aunque yo no había envejecido esos cuarenta años, me quedé mirándole, y le besé.


« BAJO UN PIANO »





Entre silencio y penumbra, toco dulcemente las teclas del piano bajo la multitud de telarañas que recubren el techo. En solitario, bajo un escenario tenebroso y caótico, recuerdo los días felices y dichosos que pasamos juntos y nunca más volverán. Chirrían las puertas de este lujoso palacio y las palomas se agolpan en los alféizares de las ventanas. Entre sueños y desvelos, entre tinieblas y recuerdos, entre la música y un leve viento que entra por la ventana, pienso en ti. Sin ti no soy nadie, únicamente los dedos que golpean un piano que suena sin cesar y se atormenta y, se desgarra bajo el espectro de la noche y el sufrimiento de los días; ya no valgo nada, tan solo para recordar y tocar el piano, tal vez, mi única forma de calmar la sed que me ocasiona tu pérdida. Toco y toco, y sigo tocando noche y día, día y noche; no trabajo, ni duermo ni como. Mi vida se reduce a un sinfín de corcheas, blancas y semicorcheas que se deslizan con sigilo y abatimiento mis dedos sobre ese  piano que tantos años tocamos juntos.

Me falta algo, me falta alguien, me faltas tú y no sé qué voy a hacer. Caigo agotado y exhausto encima de él, lo aporreo sin darme cuenta y me levanto de nuevo a medianoche sin saber por qué estoy ahí tumbado y me he caído; me encuentro desorientado y mi vida se derrumba al pensar que no te puedo ver más. Pero, mientras pienso esos pensamientos tan pesimistas y derrotistas, hay alguien a mi lado que me levanta y me reconforta. Siento que hay un Dios a mi lado que vela por ti y por mí, que me da ánimos y me recuerda que, algún día, volveremos a juntarnos en algún lugar de nuevo y a recobrar para siempre nuestro amor perdido en la tierra.


« UN AMOR IMPOSIBLE »






Oigo la música trepidante y desesperada, las notas que no paran nunca y me martillean la cabeza, me levanto sin saber por qué pero, me incita a escribir. Me apodero de mi ordenador y entro en word, casi dormido aporreo sin cesar las teclas. Escribo y escribo, mis poemas y mis cuentos a media noche, siempre se dirigen a ti, a tu persona, a tu imagen que veo hasta en los sueños. Me desvelo, me pongo a mirar tu foto incesantemente y no me agoto, sigo escribiendo como un poseso empedernido, borracho y sin sentido apenas de expresar mi amor, mi locura y desenfreno ante un amor que a veces, es imposible, se escribe en un papel o en una pantalla pero, únicamente queda plasmado ahí. Tu vida y mi vida son incompatibles, irrumpen en la historia como dos flechas que se cruzan para llevar destinos opuestos; tal vez, en otro lugar, o en la poesía o en la leyenda, si es que existen, puedan converger y habitar juntas. El olvido de dos almas que suspiran, la una por la otra; el recuerdo de dos mentes que se quedan fijas al unísono; la penumbra que nos guarda una fecha y un día olvidado, de amor eterno en un instante concreto pero, efímero y pasajero.




« LA BÚSQUEDA ANGUSTIOSA »



Grité tu nombre por todos los lugares de la isla, aferré a mi pecho la única foto que tengo tuya y de los niños y rogué a Dios un posible encuentro de toda nuestra familia. Han pasado ya muchos días desde la catástrofe. Me atormentaba la idea y me martilleaba en mi cabeza que tal vez, os encontrara flotando entre las aguas de lo que fue nuestra casa, nuestro pueblo, mientras vagaba por las playas ayudando a los que han quedado sepultados bajo las aguas y los escombros de sus viviendas, humildes y pobres, pero dignas. Miles de cadáveres flotando sin rumbo alguno, personas que puede que nadie les reclame ni les eche en falta nunca, familias enteras y vecinos nuestros han desaparecido entre el fango y el barro.

Grité tu nombre y el de nuestros hijos pero nadie me hacía caso. Anduve deambulando sin saber dónde buscar y ayudando a cualquier llamada de socorro. Recordaba a nuestros tres niños y lloraba desconsoladamente, pedí una llamada de auxilio y miré por todos los hospitales improvisados deseando obtener alguna respuesta. Al final, en un pueblecito no lejos del nuestro he encontrado a los tres pequeños en un campamento de refugiados, arropados con mantas y comiendo arroz al lado de otros niños. El encuentro ha sido enternecedor y los abrazos y besos de los cuatro son imposibles de describir pero... te lo puedes imaginar. Ahora los niños y yo te buscaremos por cualquier sitio, ellos te reclaman  continuamente, no paran de llamarte y preguntar dónde estás y qué es lo que ha sucedido. Una fuerte ola ... – dicen y, callan de nuevo, para volver a meter comida en su boca mientras caen de sus ojos lagrimillas de miedo y desesperación. Te echo de menos y mientras ellos duermen bajo un techo improvisado y unas mantas calientes, te escribo esta carta y la lanzo al mar por si algún día la encuentras y regresas de las aguas...



“CARTA A MI NIÑO PEQUEÑO”


Cuando me levanto a medianoche, despacio y sigilosamente voy a verte hasta tu camita, te tapo y te doy un millón de besos y pienso: ¡Qué hijo más delicioso y maravilloso tengo¡ y, te vuelvo a besar. Desde nuestra cama todas las noches, te oigo hasta cuando respiras o cuando te mueves o si te giras y, rápidamente pienso que tus sábanas y mantas estarán por los suelos y cogerás frío; vuelvo a levantarme y a comprobar cómo te encuentras. No tienes los cinco años todavía y te veo realmente muy pequeño; te siento tan cerca de mi alma, tan unido a mí, que congelaría cada momento y lo guardaría en un bote cerrado, lo sellaría para siempre en el recuerdo. Siempre me abrazas y me quieres aunque lo disimules de vez en cuando, sencillamente eres un niño adorable. No tienes maldad y te arrepientes rápidamente de tus acciones. Todas las mañanas me recuerdas que me quieres, que me adoras y que soy un cielo. Siempre te aferras a mí con ahínco y pasión, te agarras y me besas dulce o fuertemente, depende de la situación; siempre quieres que esté a tu lado, en casa, en la calle, aunque te enfades un momentito y desees estar con tu padre. Te beso y te quiero, sin ti no sería nada, si tú faltaras en mi vida, ésta sería incompleta; no tendría a un trastejo cerca de mí todo el santo día, nadie se reiría por tonterías como me río contigo, no olería a vainilla o a caramelo a nadie que no fueras tú; en fin, no sé si soportaría tu separación o si podría aguantar tiempo sin sentir tu sonrisa, tus agradecimientos continuos, tus trastadas y barrabasadas, tus cariños, tu dulce mirada, tus engaños de niño, tu aliento a chucherías y tus manos pintadas.
¡Cariño, dulzura, eres mi niño querido, mi vida; por ti vivo, por ti muero¡

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