"LA TEMPESTAD"

Era como un susurro, como un gemido, un deseo y anhelo de libertad. Se evaporaba, iba y venía, se balanceaba; su vela se movía al vaivén de las olas; su mástil y las cuerdas que lo enrollaban temblaban como los árboles en pleno invierno. El mar lo azotaba, lo hería, lo metía en una coraza, en sí mismo; su hermetismo y miedo podían con él. Su estado anímico era como el mar revuelto, la tormenta acechaba y las olas subían y se elevaban con gran poderío. Revuelta la mar, bravura y cólera incitaban a la gran tempestad en las aguas.




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