UN VIAJE POR LOS CUENTOS


En el desván existían misterios ocultos bajo las sábanas; nuestro príncipe, un niño rubio de 4 años subió despacito sin que nadie le viera, abrió sigilosamente la puerta y descubrió un mundo de fantasía a su alrededor.







El polvo invadía las telas, las sábanas, las mantas...todo aquello cuanto cubría lo que se acumulaba desde hace años. Nuestro chico, juguetón y divertido, abrió los ojos con asombro y curiosidad y empezó a tocarlo todo; buscó juguetes, quitó las telarañas con un palo que había a la entrada y sin querer, dio un manotazo a una maleta antigua que bajó rodando de una pila de ellas, amantonándose una encima de otra, todas en el suelo. El sonido fue estripitoso; él se asustó un poco, se sintió preso del pánico al verse acorralado entre cajas, maletas, un baúl de madera pintada y varios cartones agujereados; se sentó en el suelo y rodeado y encarcelado entre tanto cartón, madera, latón y telas, miró al techo y vio cómo una lámpara gigante bailaba de un lado a otro un vals y se balanceaba cada vez más débil hasta caer a su lado; sonó tal estruendo que alguien subió al desván a ver qué ocurría. Pero nuestro jovencito se escondió y enmudeció para no ser visto, el muy "cuco" se ocultó entre los cartones y se tapó.




Un disfraz, una careta, un maquillaje...todo lo cogió de una de las latas gigantes que cayeron cerca de él. De repente salió un cuento debajo de una caja, una solapa asomó, una portada se vio, un cartón con muñecos de colores sobresalió...Una gran polvareda salió de repente y nuestro infante se vio metido entre la niebla espesa que cubría el ambiente de aquellos escasos diez metros cuadrados. Se tapó los ojos ante aquel cúmulo de porquería acumulada desde hace años y se ocultó entre una silla y una caja. Cogió el cuento de ensueño y se puso a mirarlo. Pasó las hojas, miró los dibujos y se imaginó los diálogos de los curiosos personajes que iba viendo.



Nuestro protagonista encontró en los cuentos el placer de la lectura y a través de ella y de sus imágenes desarrolló un maravilloso mundo de imaginación y fantasía que le mantuvo despierto y maravillado, entretenido y poseído por los dioses de la narrativa infantil durante todo la mañana. 

Aquel mismo día se envició de los cuentos, los libros, las imágenes, los sonidos y se enamoró de la literatura ....

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