LA AMÓ SIN CONOCERLA (Gustav Mahler - Symphony No.5 Mvt.4 (as featured in the film Death in Venice) .
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Aquella sombra pertenecía al pasado; en su mente existía aquella mujer desde hacía mucho tiempo y ni tan siquiera la conocía personalmente pero él sabía que existía. Había hablado con ella, la había visto en fotos y se habían intercambiado varios correos...Sin embargo, aquella mujer había cautivado su mente, su mundo, su existencia; le había embrujado, le había vuelto loco....Sus pensamientos se le iban y venían en la noche misteriosa y todo su ser era invadido día tras día, por aquella mujer, una musa para él, una diosa que vertía dulzura y pasión en su vida, en ésa que curiosamiente nadie le había dado...
Su soledad le llevó a amarla sin verla, a necesitarla y quererla sin conocerla; su mundo pertenecía al reino de la imaginación y del deseo que uno tiene de ser amado y querido y, únicamente con pensar en su sonrisa y en el brillo de sus ojos era el hombre más feliz de este mundo.
Su locura fue completa, irracional y desmedida cuando conoció de frente a aquella hermosa mujer; una sola hora o dos tal vez fueron suficientes para trasladar sus fugaces pensamientos al mundo del desenfreno mental y locura existencial...en el que se vio inmerso. Parecía ser su tema constante, la idea principal que martilleaba cada noche su mente, su cerebro...Viajaba por el espacio, y luchaba por olvidarse de ella aunque no la conocía...Su cerebro estaba invadido día y noche, noche y día por aquella musa de leyendas y cuentos, de misterios ocultos que él mismo buscaba y no encontraba.
La bruma se hacía patente en aquel paisaje de sentimentos y deseos ocultos, el deseo de amar a alguien hasta el límite de dar su vida por ella, por aquella sensibilidad tenue y débil ante el desvelo de la mujer al natural; era rápido y confuso a la vez en sus pensamientos y en sus sentimentos, quería volar y navegar a la vez, deseaba soñar y palpar aquel preciado ser en toda su esencia de mujer, oculta y enterrada como un tesoro en la arena de la playa, en ésa que él anhelaba desenterrar.
Los paisajes blancos, bajo la bruma y la niebla del fresco otoño fueron sucediendo día tras día en su imaginación y aquel "buscador" de ilusiones cambió de repente su mente y poco a poco...fue olvidando aquellos primeros deseos de fugacidad platónica. El tiempo, la música y la poesía quedaron latentes en medio de las olas tranquilas de la mar...y la quietud de las aguas amortiguó aquellos lazos de amistad y cariño.
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